viernes, 13 de abril de 2012

Si camináramos al revés tal vez algo tendría sentido


Mi amigo Sigma tiene un blog en el que escribe periódicamente y que decidió interrumpir mientras se encontraba de viaje por el viejo continente. A su regreso además de traerme uno de los mejores regalos del mundo, pudiendo volver a publicar en su blog, me cedió este hermoso texto que les dejo a continuación.

Hay dos cosas que me gustan, me dijo. Las peleas y el sexo. Sonríe. Es un francés, uno que me encontré en Berlín. Parece tranquilo, arrastra las palabras al hablar un español forzado pero coherente. Las elige meticulosamente, como buscando el orden perfecto en su cabeza para luego plasmarlo en la oración.
Al final, en su lento proceso, sabe lo que dice. Está de piernas cruzadas, la izquierda encima de la derecha. En una mano sostiene un cigarro que más que fumarlo se consume solo. Dice unas palabras, se queda en silencio y pita una o dos veces hasta que una cortina de humo le envuelve la cara. Parece Onetti hablando. Pero sonríe mucho. Y también recuerda, eso se le nota en los ojos cuando pierde la mirada luego de contar algo que le pasó. Cuentas muchas cosas. Y vuelve a reírse. Cada vez que lo hace me enseña unos dientes amarillos y una gran encía que luego desaparecen detrás del humo de su cigarro y de la frescura de su boca.
Ha estado en Latinoamérica; y se ríe de los franceses. Se rie mucho de ellos, sobre todo de su orden exagerado. Le gusta Colombia. Me lo hace saber. Dice que le cae bien Pablo Escobar. Y agrega que él era un político de verdad, a pesar de estar muy lejos de eso. También recuerda las playas, el ambiente y las mujeres de ese país. Está seguro que es un lugar especial. Le pregunto por qué le gusta tanto la pelea, qué es lo que le atrae de la violencia. No sé, dice, solo me emborracho y me pongo violento. Me buscan y si no me buscan yo encuentro. Sonríe; esta vez suelta una pequeña carcajada, no forzada, pero si ensayada. Por un momento nos quedamos en silencio. Yo espero, porque sé que me va a decir algo más. Lo veo en sus ojos, está recordando. Tiene esa expresión mezcla de temor y satisfacción que solo es producida por un acto en concreto o por un recuerdo especial. Una vez, empieza, estaba en el sur de Francia de vacaciones. Estaba solo. Me había ido unos días de París. Una noche de calor salí a tomar algo, dice y se queda en silencio y pita. No tendría que haber salido, agrega. ¿Por qué no? pregunto. Me mira. Silencio. Humo. Más humo. Porque no, dice. Porque me metí con una mujer y terminé mal. Se toca la escasa barba y mueve sus manos. Está nervioso. El recuerdo le produce miedo. La mujer era esposa o lo que sea de un tipo dueño de un casino, dice, me metí con ella y me agarraron unos tipos. Se calla de nuevo, pero lo hace porque está buscando las palabras correctas. Piensa. Unos locos, dice, me tiraron a un río con las costillas rotas, se toca el pecho, se lo palpa, y con un agujero en la cabeza, se toca la cabeza. Me muestra la cicatriz. Es un corte grande. Me dejaron inconsciente, dice, pero me salvé. Pita, mira a lo lejos y me vuelve a clavar la mirada. Sonríe de nuevo y asiente con su cabeza. Me salvé por el agua, dice, el agua estaba helada. Si hubiera estado media caliente yo me moría. Me desperté por el frío y nadé como pude a la orilla. Ahí me encontró un tipo. Se calla y aplasta el cigarro. ¿Y después? le digo. Me mira y levanta los hombros. Después nada, dice, casi un mes internado. Las costillas me duelen hasta hoy. Pero eso es lo de menos, lo que más me molesta es que pude haber muerto por una mujer. Una desgracia. Hace un gesto de negación mientras se toca la barba. Por una mujer, repite. No valen tanto, las mujeres. Igual, le digo, todavía te sigue gustando ese cóctel de mujeres y pelea. Bueno, dice, una pelea justa sí. Y las mujeres es imposible que no te gusten. Solo que no valen tanto como para terminar así como terminé yo. Se ríe. Sigue con las piernas cruzadas. Empieza a mover en círculos el pie izquierdo. Lo mueve, lo gira mientras se ríe y niega con su cabeza. Tiene tras de sí una historia, como todo el mundo, y aunque parece que ha aprendido algo de todo eso, yo no creo que sea así. Tampoco es que haya algo que aprender, o sí. Eso depende de cada uno. Pero él habla como si de verdad lo hubiera hecho. Y no parece ser así. Porque es de esos que siempre arriesgan, que están al límite, que les gusta jugar a ver cuándo van a caer. No en vano ha pasado mucha parte de su vida viajando. Conoce el mundo, sabe cómo es. Sabe cómo funciona y con quién se mete. Es de esos espíritus que no retroceden, y eso se aplaude. Es de esos que no tienen un lugar fijo y que no les gusta estar quietos. No quiere a su país. O tal vez a la idiosincrasia de su país. Se ríe cuando le pregunto si cree que Francia es un país racista. Claro, dice, claro que sí. Pero matiza, y con razón, que todos discriminamos alguna vez. El problema no es sólo francés, dice, pero sí, somos un país racista. Somos lo mejor y lo peor, dice y me muestra por última vez sus dientes.


18 comentarios:

  1. Bueno Pereira: mis teorías se confirmarán un día u otro, con esos desdoblamientos de personalidad tan propios. Porque veo una cierta unidad estilística, aparte de la tendencia a los individuos ligeramente alterados. Buen post, claro, cómo no.
    No comprendo como el francés no intentó una pelea con el narrador. Era una tensión que se mascaba.

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    1. ¡Yo pensé lo mismo! ¿cómo el francés no lo bajó de un piñazo? Terminé imaginando que después de esa última sonrisa vino el golpe y por eso termina la narración.
      ¡Y no! ¡Que no soy yo! Recomiendo igual pasarse por el blog de este amigo, podrá encontrar cosas muy interesantes. Lo dejo acá también: http://misigma6.blogspot.com

      Gracias por pasar Francesc, abrazo!

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    2. Si pensaste lo mismo, Pereira, pudiera ser que ese tal Francesc Bon sólo sea un nuevo alter ego tuyo, y que el engaño alcanza magnitudes insospechables. De qué, si no, tal énfasis en Playbombil en loar su nombre. Son guiños propios de patologías avanzadas de la mente más retorcida (aunque diría retuerta).

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    3. Yo loo tu loas, él loa, nosotros loamos.

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    4. qué bárbaro ese verbo, el engaño es grave, pero esta vez, Sigma tampoco es Quién Pereira...

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    5. No, no es no. El es gordo y yo soy flaco.

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  2. Francesc es un desconfiado. Aunque reconozco que pensar que él mismo es un nuevo alter ego de Pereira me ha dado unas ganas de escribir bárbaras :)
    La parte de la pelea y el río me recordó a algo, creo que a una parte de El retrato de Dorian Grey. Pero tengo muy mala memoria, así que también puede ser que no...
    En fin, que me enrollo más que una persiana, que me gustó! Saludos compa!

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    1. Ves??. En ciertas personas basta poca cosa para hacerlas sentar ante el teclado. En vez de arreglar la casa, o ver algún interesante reality show de la TV, escribir: el pretexto perfecto para decir que se hace algo (junto a leer, claro).

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  3. Horoche de Barilacio15 de abril de 2012, 3:43

    Leí más arriba que Francesc mencionaba a los individuos ligeramente alterados, y sentí como si me llamaran.

    Permiso, y hola a todos... qué bueno conocer otra casa donde encontrarnos. Gracias por su puerta abierta, Quién.

    Se me ocurrió quedarme enredado en la última frase del relato: dice el francés, de los franceses, "Somos lo mejor y lo peor...".
    Como nosotros. Y vosotros, y ellos, ¿no?
    Hay un único país, bellísimo y hediondo, y todos parecemos haber nacido nacido en él.

    Y me parece que sí, que hubo piñas, después de todo, como sospechaban el oriental y el catalán: "... dice y me muestra por última vez sus dientes". Si fueron los de una sonrisa, esa sonrisa fue -está explícito- la última. Y hasta pudo haber tenido un sentido más (digamos) canino, esa referencia odontológica... y entonces sí: de ahí a los roscazos hay diez milímetros.

    Qué loco, cómo cada relato termina completándose en la cabeza de cada lector.

    Vamo'a darle la vueltita a la yerba, Quién, un abrazo.

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    1. Horoche! La puerta está siempre abierta.
      Me gustó mucho tu síntesis, muy loco, no?


      Dele la vuelta y seguimos tranqui, abrazo!

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  4. Me resulta sumamente entretenido que discutan para ver si el tipo me pegó o no me pegó. En cuanto a la frase ultima de somos lo mejor y lo peor, yo creo que el francés hizo una referencia doble: hablaba de los franceses y del humano en general. Pero no sé que pasó por su cabecita en ese momento, así que me limito a contar lo que dijo y cómo fue.

    Y bueno, algo tenía que decir. Como autor del texto tenía que figurar al menos.

    Salute

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    1. Muy bueno Sigma! A lo mejor esto pasó en la esquina de mi casa y todo... Salud!

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    2. Ja, quién sabe. Me alegra que haya gustado. Siempre es bueno saber eso.

      Salute

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  5. muy bueno che, salud sigma, salud y vienvenido a la patria que siempre espera, aunque en algunos casos MANZANA jajajaja
    abrazooo

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  6. vo me re gusto, es por este lado quien perei...sigma claro
    en serio

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  7. Me intrigo el titulo, me intereso la introducción de quien pereira y despues no lo pude soltar. excelente!

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No lo pienses mucho, largalo