viernes, 30 de marzo de 2012

No miran atrás



Pequeño Victor.

Si estás leyendo esto es porque probablemente yo ya esté muerto, y obviamente porque ya has aprendido a leer, lo cual es una gran satisfacción (si la revista Orsai sigue existiendo deberías leerla). Pero eso no es lo que nos atañe en este momento, volvamos pues al meollo de la cuestión. Supongo ya sabrás que eres un bebé probeta, si no, deberías saberlo, y aunque esta no sea la mejor manera, siempre he pensado que es mejor decir las cosas sin vueltas. 
De todo lo que ha cruzado por mi cabeza en el momento en que escribo estas líneas solo estoy seguro de algo, es fundamental que lo sepas: las mujeres no miran atrás.
Me imagino te preguntarás que quiero decir con esto, no es algo simple de explicar. Te contaré algo que me sucedió hace algunos años.


Hubo una época en la que yo viajaba seguido a Paysandú para visitar a mis padres y el resto de la familia, digo esto y siento ganas de llorar al pensar que es probable que nunca te conoceré, que jamás recibiré tus visitas, que no podré esperarte en la terminal, ni despedirme cuando te vayas ni nada, pero debo ser fuerte, para algo escribo estas cartas, para dedicarte el tiempo que después no podré darte.
Decía entonces que por aquellos tiempos solía viajar a mi ciudad natal con cierta asiduidad. El viaje de Montevideo a Paysandú es relativamente corto, son 400 kilómetros y el ómnibus demora poco más de cuatro horas, pero el costo del pasaje resultaba en aquellos tiempos y ahora también resultaba demasiado caro como para hacerlo varias veces en poco tiempo. Fue así que para ahorrar, un buen día decidí empezar a hacer dedo (pedir aventón, autostop, hitchhiking). Las primeras veces iba con algún amigo, o uno de mis hermanos (tus tíos biológicos), después ya me animé a largarme solo. El mejor lugar para hacer dedo de Montevideo a Paysandú es en el puente Santa Lucía, en los accesos a la ciudad. Para llegar hasta allí desde donde yo vivo, vivía, lo mejor es tomarse un 127 que hace un trayecto largo desde la Ciudad Vieja hasta Santiago Vazquéz, haciendo una pequeña escala en el COMCAR (Complejo Carcelario). Como te decía, ese día salí solo de casa con mi mochila y me tome el 127 como de costumbre. El coche iba atestado de gente, así que me ubique en el medio del mismo buscando un poco de aire cerca de las ventanas. A las pocas cuadras se sube una mujer, bastante alta, cabellos lacios y oscuros que llegaban casi a la cintura; iba vestida de minifalda color gris, musculosa rosada, zapatos de taco alto, además llevaba una cartera colgada en su hombro derecho y una bolsa en su mano izquierda. Ella también quedó parada y se ubico cerca de mi. Recuerdo hacía mucho calor, supongo sería verano y estoy casi seguro de que era sábado. Yo la mire como miro a todas las mujeres que se suben a un ómnibus y me resultan medianamente atractivas: con ganas. Hasta aquí todo normal. Pero pronto ella empezó a mirarme también, y al darme cuenta me puse un poco nervioso, no sé por qué, pero es algo que suele sucederme, baje la mirada y traté de concentrarme en otra cosa. Esto obviamente resulto ser imposible. Volví a mirarla, recorrí su cuerpo desde los pies hasta llegar al cuello pasar por su boca, nariz y darme cuenta de que sus ojos me estaban mirando nuevamente, a mi, a mis ojos. Ojos que me miran llenos de deseo como jamás miraría a alguien. Otra vez bajar la mirada, mostrarme sumiso, débil, estúpido. Yo no quiero ser así, no en ese momento, quiero mirarla y que ella sepa que yo también la deseo, que estoy dispuesto a bajarme de ese ómnibus en el momento en que ella lo decida, posponer mi viaje a Paysandú, olvidar a mi familia y entregarme a un frenesí sexual el fin de semana entero. 
Sin que me haya dado cuenta ya hemos avanzado más de la mitad del recorrido. En un pacto tácito de miradas que van y vienen, gestos al aire que cada uno ha  sabido interpretar, el destino ha sido resuelto. Ella se acerca la puerta trasera, pasa delante de mi y me dirige una última mirada. El vehículo, que ahora avanza por una calle de bitumen, va deteniéndose lentamente hasta parar por completo frente a una garita conformada por cuatro columnas de hormigón y techo de chapa en caída hacia un lado. Alcanzo a ver unas pocas casas con árboles alrededor y campo, mucho campo. Entonces ella desciende y toma por un camino de tosca que sale a un costado. Yo bajo unos segundos más tarde y la sigo mientras ella avanza con paso firme, acostumbrada a caminar con tacos por ese sendero irregular. Pronto doblará en una esquina y después de pasar por un terreno baldío se detendrá frente a una casita humilde, pintada a la cal, con techo de tejas y una pequeña chimenea de material. Abrirá el portoncito de lata que la separa del jardín, se detendrá frente a la puerta dejando la bolsa a un costado mientras busca las llaves y luego ingresará dejando la puerta abierta. Una vez adentro probablemente se quite la ropa y camine desnuda hacia al baño o el cuarto, donde me estará esperando tirada en la cama con el ventilador de pie girando de un lado a otro de la habitación.
Todo esto seguramente sucedería, pero el destino ha querido que ella viva en otro lugar, el ómnibus se detendrá nuevamente, esta vez frente a la cárcel y yo me sentiré perturbado al ver al resto de las mujeres bajando con sus bolsas llenas de provisiones saliendo disparadas a hacer la fila para entrar al recinto. Pero a pesar de que ella no baje, algo se ha despertado en mi. Comenzaré a imaginar nuevamente la secuencia del descenso y el trayecto por el camino de tosca, ella entrando, quitándose la ropa y esperándome desnuda en el cuarto. Luego entraré yo y también me quitaré la ropa y me arrojaré a la cama y comenzaré a besarla, chuparla, cojerla hasta sentir un ruido en la cocina y pensar que no ha pasado nada, hasta nuevamente sentir otro ruido, esta vez en la puerta del cuarto, y ya sin nada que hacer dejarme matar por ese guardia de la cárcel que ha encontrado a su mujer con un estúpido que quiso dejar de ser un cobarde.
Cuando unas cuadras más adelante finalmente ella se baje este pensamiento ya me habrá invadido totalmente, no podré mirarla más, se habrá acabado toda complicidad. Como buen cobarde veré como ella avanza por el camino sin mirar hacia atrás en ningún momento y volveré a pensar nuevamente en mi sueño trastornado.
Pasaré dos horas esperando en la ruta al rayo del sol, nadie me levantará y yo volveré todo al camino hacia atrás desahuciado pero con una idea dando vueltas en mi cabeza, la certeza de que ellas no miran atrás.



19 comentarios:

  1. Mirtha de Paso de la Arena30 de marzo de 2012, 15:02

    Primero, no me parece que sea forma de hablarle a un niño, por más ficticio que sea. Segundo, creo que deberías poner una advertencia antes del ingreso al blog, hay niños del otro lado y no me parece conveniente que lean estas cosas, no mis hijos y sé que muchos padres estarán de acuerdo.

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    1. Gracias Mirtha, lo voy a tener en cuenta, te pido disculpas, siempre esta la posibilidad de no entrar, recuerda. Saludos, Quién.

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    2. Mirtha, la advertencia es la foto de este individuo.
      Debería preocuparse si sus críos entran al blog de un tipo con barba candado.

      Besos en la cola

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  2. pobre pequeño Victor, me da mucha lástima que su padre sea tan cobarde y a causa de ello él sea un pibe probeta, PP pequeño Victor. las mujeres no miran atrás o ... yo me quedo con el "o" que ya definiré. saludos a pequeño Victor, lo quiero!

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  3. Lo disfruté. Agrego un sinónimo muy fronterizo de hitchhiking: carona.

    Igual yo entré acá para putear a alguien, a quién, no se

    así que andá a la puta que te pario y metete la tosca por donde más te quepa!!

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    1. carona! que buena que es esa! me alegro que lo haya disfrutado y gracias por la puteada

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  4. Muy bueno! La verdad que me terminé colgando y lo leí todo. Abrazo

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  5. Soy el abogado de Mirtha: he registrado el contenido de la web a ver si podemos dejarte sin casa y sin coche y hasta quitarte el PC para donarlo al Opus Dei.
    Estás avisado: no pasamos una.
    De todas maneras, puedes llamarle pequeño Victor y que haya cumplido ya los 18. Que llevando esos genes es una edad en la que ha experimentado muchas cosas en la vida. Porque Víctor no le dará tantas vueltas. Irá a por la mujer a la primera mirada inequívoca. Seguro.

    Buen post !!

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    1. Gracias Francesc! En cuanto a Mirtha: no le tenemos miedo. Además creo sospechar quién es.
      Victor de seguro no tendrá estos problemas, eso espero...

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  6. Me la hiciste re morfar!! Pensé que Pereira finalmente había dejado de ser un cobarde y se había cepillado a la morocha como bien merecía la causa. Qué lo parió.

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    1. La sorpresa está en la falta de sorpresa, no? Sigo siendo el mismo, disculpas!

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  7. a partir del momento que entra a jugar la mina el relato se pone bueno, toda esa secuencia de imaginación y realidad y el camino de tosca y los detalles que le dan relieve a la historia están muy buenos.
    me parece igual que a veces sos medio vago pa narrar y que no te tomas la molestia de pulir el texto todo lo que se puede.
    me gustó, seguro voy a seguir viniendo

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    1. es verdad querido pablo, estoy cada día más vago, pero como te decía en el http://tomandroganpelean.blogspot.com/ voy a tratar de cambiarlo, tanto el relato como los lectores se lo merecen, mea culpa...

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  8. a mi me gustó mucho. entiendo que el pequeño Victor sabrá comprender que esto es algo artísssstico y la esencia del mensaje está en el entre líneas. sacando al pequeño de este análisis, el texto es muy interesante y lo que me paso fue que no me importaba mucho el desenlace, estaba muy cómodo con las descripciones. confieso, y nose si no leí en una red social que tenías la intención de publicarlo mas que nada para "sacarlo de encima, alejarte un poco del txt, verlo caminar solo cuanto antes", que me dio la sensación de que lo apuraste un poco, pero si no lo hubieses dicho no sé si me daba cuenta. esto del pequeño V es una idea muy linda, y creo que da para mucho más. paciencia seba, estos relatos están geniales, nosotros te esperamos sin apuro. abrazo grande tocayo!

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    1. Sebita! ojalá Victor pueda comprenderme. Lo otro que decís es tal cual, lo apuré demasiado, la ansiedad terrible que me inunda me lleva a hacer estas cosas. Gracias tocayo, abrazo!!

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  9. Dice Garcia Marquez que la esencia de la buena literatura esta en la sorpresa, y creame quien pereira que usted lo ha logrado. Genial texto, aunque voy a hacerte dos humildes criticas.
    1. No se si te importa pero esto podria haber sido mucho extenso, tenes historia y mucha capacidad narrativa como para haberlo hecho. Concuerdo con el botija de arriba que dice que sos medio vago pa narrar. Tus descripciones son buenas, me parece que deberias darle mas bola porque meterias al lector todavia mas en la historia.
    2. Esta va de caprichoso nomas. Eso que vos me decis a mi de mi forma de escribir, yo lo huelo por aca tambien... No se si te parece asi (ni si entendes lo que te digo), pero hay algo de esa solemnidad aca tambien.

    Abrazo! Las criticas son en una buena, no se me ofenda!

    pd: le llevo algo de las europas, algo que le va a encantar.

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    1. Gracias querido! En cuanto a sus criticas no puedo estar mas de acuerdo, por mi vagancia y cierta solemnidad que puede estar tambien. Ansiosos espero su regreso. Lo saluda con un dedo al borde de la muerte, Pereira.

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