viernes, 6 de abril de 2012

También hay cotorras



Hinchóseme el pecho de orgullo al descubrir en la casilla de correo la misiva que transcribo a continuación. Es un placer para mi dejarlos con estas maravillosas líneas de mi hermano Sergio, en este especial de semana santa nada más oportuno. Esperemos pronto tenerlo devuelta por aquí. ¡Salud!

Pequeño Víctor;

          Si supieras cuánto tiempo hace, si tuvieras una idea pequeño vástago de mi hermano Víctor, que había jurado sobre la tumba de tu padre que ya no haría este tipo de cosas, pero, como pocas veces en mi vida, en este momento me encuentro ante un deber moral.

          Sé que está llegándote información que tu padre te escribió hace años, antes incluso de que fueras concebido, y para que la entiendas es necesario que sepas un par de cosas. La historia, básicamente es esta: en una época de escasez, quien te obsequió la vida debió recurrir a la venta de esperma y obviamente todo tipo de relación contigo se habría cortado ahí, pero logramos encontrarte. Y toda esa parafernalia legal que se ha montado alrededor de este asunto me parece detestable, pero hay intereses importantes de por medio que quieren alejarte para ocultar el legado de tu padre el Rey.
          Unos años después de la muerte de tu progenitor te localizamos sin querer. El destino determinó que te cruzara en un supermercado con tu nueva familia.
Lo descubrí en ti, te observé paradito al lado de un carrito de supermercado, pequeño, chuequito, con esa inconfundible pancita que para tu padre resultaba erótica y para el resto de la humanidad es la típica cervecera. No tendrías más de seis años pero en tu rostro cachetón y lleno de pecas se contenía la melancolía y ya se podía divisar en tu cabeza una pequeña calva.
          Al principio la relación con tus padres no fue tan mala. No creo que recuerdes pero te llevé un día al Alfredo Víctor Viera. Qué alegría tenía, fuimos en el 151 (151 o muerte), estabas sentadito a mi lado, tus pequeñas piernas no llegaban al piso, ese piso que no dejabas de mirar por un instante. No dijiste ninguna palabra en todo el viaje, yo te contaba quién soy y algunas de las cosas que hicimos con tu padre y tú solamente comías turrón mientras escuchabas. Y luego te contemplaba, por largos ratos en la cancha me abstraía del entorno mirándote vestir con orgullo una ajustada camiseta de Wanderers.
          De ese día no hay para rescatar mucho más, salvo un cruce de palabras con un plateista que seguramente debe haberme reconocido. De ninguna manera iba a permitir que se me insultara ni que se defenestrara el honor de mi querido compañero de escenarios en tu presencia, así que me dirigí al octogenario lanzando insultos hasta que la situación se fue de las manos y tuve que salir corriendo.
          Cómo me gustaría pequeño Víctor, que respondieras a esta carta, tengo tantas ilusiones, poder llevarte un día a la semana de la cerveza, pasear por el predio, comprarte algodón de azúcar, subirnos a las tacitas voladoras y poner la mano en tu hombro para decirte “todo esto será tuyo algún día”. Será quizás la emoción de escribirte o la medicación que debo tomar para combatir la adicción a la naftalina, pero en este tiempo de reflexión me viene una imagen a la mente. Tu padre y yo, el público hostil, olla y actitud, y una sentencia que quedó grabada para siempre “Este tema va dedicado a todos los caretas que comen pescado los viernes trece!” Creo que esa imagen lo pinta de cuerpo entero.

Sin más, me despido de ti pequeño Víctor, recuerda que no todo lo que brilla es oro, ni todo bicho que habla es loro; también hay cotorras. Te quiere, tu tío Sergio.

14 comentarios:

  1. A veces sos de una ternura inconmesurable.
    Me gusta esa mezcla de lo que fue, con lo que pudiera haber sido y de lo que será. También me hago quilombo, pero me gusta.
    Feliz viernes de comer pescado, careta!

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    1. Ay! Tanto elogio y no me lo merezco, pues realmente Tío Sergio no soy yo. Mi amigo Sergio se sintió tan tocado por la historia de pequeño Victor que me pidió le publicara su propia carta. Una semana rara esta que pasó... Feliz comienzo de año, careta! (Acá recién empieza ahora, en serio)

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    2. La pucha! Entonces los elogios tendrán que ir para el tío Sergio.
      Me gusta esto de las colaboraciones, amplía el alcance de la tela de araña.
      El año ya empezó? Yo todavía no me enteré..
      Abrazo!

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  2. Estáis completando un dossier muy interesante: llamáis calvo a un pequeño niño y le sugerís de llevarlo a una fiesta de cerveza. Cuanta indecencia en nombre de la literatura de bolsillo !!

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    1. Que no, que no soy yo, que hay un Sergio de verdad! Pero coincido totalmente en lo de la indecencia. Me atrasé un poquito con tu blog y ya fue mucho, esta noche me pongo a tiro. Voy pa ahi!

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    2. Ahora Sergio, ahora colaboradores: los tribunales decidirán !!
      Como que te atrasaste con mi blog !! Otra demanda que te cae !!

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    3. Francesc Bon, sos famoso! Al leer las Cartas al lector de la Orsai, debo confesar que me emocioné un poco. Sabrá la gente que ese es tu nombre verdadero?

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    4. Vamos Francesc, no te hagas el sota, vas a decir que no llegaste a tu carta??

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    5. Es que sé que salió una en Orsai 5, pero no sé si salió otra en la 6. Qué mal pensada es la patria uruguaya, Dios !!

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    6. Querido Francesc, me gusta tu nombre, no así tu actitud. Un comentario de Quién Pereira no representa la patria uruguaya. Me asusta que, siendo un lector de su blog, no hayas sacado ya esa conclusión.
      Habrá otra carta en la 6? Yo no tengo ninguna 6, Quién Pereira, liberá la 6!

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    7. Pereira es un político de alto rango infiltrado aquí. El que no quiera darse cuenta allá él en su ignorancia. Estudié dos años de contraespionaje, pero no puedo decir la escuela, es secreta.
      PlayBombil, me intriga tu nombre. Hace semanas que tengo las letras que lo integran en una tableta de Scrabble para averiguar qué esconde.
      Eso también lo aprendí en esa escuela.

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    8. Y sí: primero miré mi carta en la número 5.

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  3. yo tuve el honor de que Quién Pereira leyera para mi esta hermosa carta... Sergio, increiblemente maravillosa carta la suya!

    Tendría que ponerme en campaña para conseguir esa madre portadora, creo que el mundo NECESITA a pequeño Víctor, hoy más que nunca.

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